octubre 29, 2009

Keynes, González y el cisne negro de Taleb

Vuelve Keynes y... Felipe González. El primero, por la gracia literaria de Robert Skidelsky, que acaba de publicar en Editorial Crítica El regreso de Keynes, un libro que empieza a ser popular a nivel planetario (previsible éxito de ventas en su rango, que lógicamente no es del Dan Brown) por ser profético de la situación actual. Lo que Estefanía llama hoy en El País como La Gran Recesión con mayúsculas.



Vamos, que el economista británico, autor del Tratado de la Probabilidad, dejó escrito cuales eran las debilidades de un sistema de "incertidumbres" de "dinero y valores tan abstractos", como temerosos son los seres humanos. De valores intangibles. Un sistema, al que el mundo se lanzó de cabeza sin ningún remordimiento: primero, después de la Segunda guerra mundial y, más tarde, tras la caída del bloque soviético.

Quienes restán importancia a los análisis de Keynes obvian afirmaciones como las que hoy también hace Andrés Montes (nada que ver con el tristemente fallecido periodista deportivo) en el diario asturiano La nueva España: "Nunca en la historia de las finanzas se había otorgado un espacio tan grande a la avaricia".

Quienes como Skidelsky le otorgan todo el valor profético al hombre que tanto influyó en las políticas fiscales de los gobiernos de entonces (años 30 y 40, en Roosvelt y cia) aseguran que está crisis global, que ya dura dos años, comenzó a fraguarse tras la caída del Muro de Berlín, cuando todo, salvo el Talibanismo y algunos minúsculos reinos de Taifa (el mundo Bárbaro, si hacemos una sacrosanta interpretación imperial romana), quedó allanado al paso marcial del Capitalismo.

¿Porqué ese paseo militar? Por lo mismo que EE UU, España e Inglaterra se metieron en Irak, por prepotencia. Y para los grandes tiburones, que se creen más listos (de hecho son los que asesoran a los líderes mundisales), los únicos temores ya los había apuntado Schumpeter, cuando clasificó los ciclos económicos tres tipos, muy posiblemente previsibles: largo, medio y corto, y que reciben los nombres de los economistas que más se habían distinguido en su estudio: Kondratieff (para los ciclos de 40-50 años), Juglar (de 5-10 años) y Kitchin (los de duración inferior, ideales para los amigos de La Bolsa).

Pero Keynes, que se había arruinado en el Crack de 29, pese a ser, en palabras de Bertrand Russell (posiblemente el filósofo más influeyente del siglo XX) "la persona más inteligente que había conocido", sabía que el sistema era imperfecto. Lo había sufrido en sus carnes.



CANDIDO Y FERRÁN EN EL MEOLLO
¿Cómo nadie en los años 90 pudo intuir esta Gran Recesión? Se lo dijo el otro día el sindicalista Cándido Méndez al presidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán, cuando éste atacó a las organizaciones obreras por apoyar a Zapatero y oponerse a una flexibilización del mercado laboral en España, al abaratamiento en las condiciones del despido. El de la patronal le espetó al ugetista en el Foro: "Cómo puedes decir que no, ¿tú crees de verdad que estamos equivocados los empresarios, el FMI, la OCDE, la Comisión Europea, el Banco de España?, ¿estamos todos equivocados Cándido?". Y Cándido fue directo al meollo: "el tuétano de lo ocurrido está en el sistema financiero, que ha cometido un error de bulto; no quieren ver la falibilidad del sistema y el sistema no es infalible", apostilló. En resumen, que tanto listo economista de receta fácil y provechosa para sus arcas, también se equivocan.

"¿Qué dicen los expertos sobre las inversiones?", se preguntaban y preguntan (aquí está el mayor drama) los analistas de las bolsas. Y los expertos se equivocaron. Estefanía lo resolvió con frescura en su opinión El siglo más largo, al hablar de "culpables": "Los bancos centrales, que no la previeron y facilitaron las políticas de liquidez; las agencias de calificación re riegos, que engañaron sobre el valor real de los activos financieros (como las viviendas en España), los fondos libres, los banqueros, que borraban de un plumazo los riesgos para afrontar negocios-negocios-negocios... y por supuesto, los gobiernos, que permitieron lo anterior y lo legitimaron". ¿Se acuerdan del España va bien?... y hacia aquí venía.

En resumen: la imperfección del sistema. Así que, 60 años después, volvemos a Keynes al riesgo, a la incertidumbre, al papel del Estado como salvaguarda de lo inesperado. A la importancia de los tributos, de la redistribución de la riqueza. "Keynes propone el uso de políticas fiscales y monetarias activas para contrarrestar las perturbaciones de la demanda privada, por lo que es particularmente recordado por su aliento a una política de intervencionismo estatal, a través de la cual el estado utilizaría medidas fiscales y monetarias con el objetivo de mitigar los efectos adversos de los periodos recesionarios de las fluctuaciones cíclicas o crisis cíclicas de la actividad económica".

UNA NUEVA CRISIS EN CINCO AÑOS

Esto lo dice la Wikipedia y también lo cree Felipe González, rescatado de la primera línea, quien ayer señaló que pese a que se está abriendo el camino para la recuperación económica "no se están resolviendo los problemas estructurales del sistema económico, por lo que estamos incubando ya una nueva crisis para dentro de 5 años".

Lo dicho, más incertidumbre y el Mundo convertido en aldea y sin alternativa. ¿Llegará un New Deal de Obama?



Por cierto, el éxito de Skidelsky es comparable al de Nassiim Nicholas Taleb. En 48 horas he oído hablar ya varias veces de su libro El cisne negro (desde la serie Flasforward a los periódicos principales del país, pasando por las radios e internet), una metáfora con la que se trata de explicar el impacto individual y colectivo que causa un acontecimiento inesperado. ¿Se acuerdan del avión estrellándose en las Torres Gemelas?. Pues eso, aplicable también a la crisis de ahora, a la Gran recesión de comienzos del XXI. La metafora está traída por el ensayista, matemático y financiero libanés de una expresión que identificó el impacto que supuso en su momento para los naturistas del siglo XVII el descubrimiento de un cisne negro en Australia. Los cisnes, en la mente de todos, siempre eran negros. Es el desconcierto que genera en nosotros lo altamente improbable.

El impacto dió para mucho. Incluso para un cuento, El patito feo (del danés H C Andersen). Aunque pese a las enseñanzas populares, seguimos pensando que lo tenemos todo controlado. Y ahora, Nassiim Nicholas Taleb, como Keynes, aborda el tema de la incertidumbre desde otra perspectiva: la reacción, en un libro que, como Felipe González añora para la economía y la política mundial de hoy, trata de ilustrar en cómo entender y aprovechar los sucesos raros como el que nos toca para mejorar.

Pero nada parece moverse.

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