noviembre 05, 2009

Viajar por Europa (1) Estocolmo (Suecia)




Debo reconocer que viajar (por placer) a Estocolmo en enero tiene un toque exótico, pero cuando mis amigos pusieron este destino sobre la mesa no me resistí. Y efectivamente, hace mucho frío (aunque los suecos presumen de tener en esta ciudad el clima más suave de todos los nórdicos) y a las 3 de la tarde es de noche. Estas dos consideraciones se hacen duras para un español al que le gusta el calor, aunque si las superas, terminas por conocer en su estado puro una de las ciudades más bonitas del mundo, la de los Nobel.

Hombre, el lector podría replicarme que me estoy ahorrando otros tópicos positivos, sobre todo ese de que las suecas-os son una de las razas más bonitas del mundo, que efecivamente lo es, pero con todo, me vale con el encanto simple de Estocolmo, la Venecia del Norte. El halago comparativo le viene de su conformación: la ciudad está estructurada en 14 islas perfectamente vertebradas por puentes, metro, ferrocarril, ferrys.. y pese a esta disposición, es muy fácil de caminar.



Hoy Estocolmo ha ganado todavía más popularidad gracias al éxito alcanzado por la trilogía de Stieg Larsson (la serie Millenium). Sus libros nos muestran muchos rincones de esta bella ciudad, más allá de los Nobel y de aquel peliculón de Mark Robson El Premio, con un inconmensurable Paul Newman como fiestero novelista norteamericano (galardonado con el Nobel de literatura) y que al final (coqueteos del galán por el medio) se convierte en un improvisado detective que descubre una trama de espías en plena Guerra Fría (¡que gran peli!).

La banda sonora de esta city, por supuesto ABBA, con su museo (a comienzos de 2009) en construcción.

Volviendo al frío: uno de mis días de estancia, el mercurio no subió de los 8 bajo cero... se dice pronto...la sensación térmica, con el mar Báltico entrando, ni te digo. Bueno, eso de entrando... el mar llegó a estar congelado-congelado... de hecho tengo fotos de mis amigos caminando (cual critos por encima de las aguas) junto a los barcos próximos al Ayuntamiento, ese edificio rojo en el que se celebra la fiesta de los Nobel.

El Consistorio es una de esas visitas imprescindibles. Esa, y la del Palacio Real (por cierto, en un día me encontré dos veces con los SS MM los Reyes en su coche clásico con banderitas con corona y sin los cristales tintados, lo que da muestras de... ¿habra paparazzis?). Más que ver, el viario antiguo de Gamla Stan... otra visita imprescindible la visita al Museo Vasa, un barco de guerra, muy potente para su época, que se hundió hace 4 siglos frente al puerto de Estocolmo cuando no había ni avanzado ni una milla náutica, probablemente por el peso de los cientos de cañones que llevaba. El caso es que hace 40 años lo reflotaron gracias a la alta tecnología y hoy supone un descubrimiento arqueológico de primer orden, puesto que en superficie se descubrió que todo estaba perfectamente conservado,siendo así un testimonio real de cómo era la vida en ese siglo. Esa, y la leyenda de este Titanic sueco,es la gracia de este gran museo, próximo al Skansen, un parque etnográfico y temático sobre la vida rural sueca.



Caminar por Estocolmo es maravilloso (aún con frío y las orejas a punto de romperse)...eso sí, no cuenten al refuguarse en los bares que son como los españoles, salvo la cerveza, el alcohol te lo sirven a cuentagotas, tal y como expresa la palabra: una gota un decilitro, un decilitro 12 koronas...¡y con la falta que hace para entonar el cuero! Tomarse un chupito generoso es dejarse una pasta.

Lo mejor, la cerveza... el equivalente a un ron con coca cola en un pub español. ¡Es lo que hay!... Y ojo sí alguien no tiene en cuenta esto por la noche, porque la noche funciona y uno puede calentarse (lo de esta ronda la pago yo es para gente pudiente). Los suecos llegan a la noche muy pronto, a la hora de merendar (les recuerdo que a las 3 ya no hay luz en invierno), tras reunirse en casa de sus amigos, en las que hacen fiestas previas con los licores que pueden comprar en las tiendas especialmente habilitadas para el control(como estancos exclusivos para bebidas) y que venden solo a partir del viernes. Los impuestos son los que las hacen caras. Es su manera de combatir el alcoholismo. De hecho Suecia forma parte del cinturon del Vodka, con Rusia, Finlandia y Noruega. ¿Y después de mamarse en casa? pues a una disco, con cola para entrar y salas de bailes temáticas, desde los clásicos a lo actual... pero les gusta mucho su música, ABBA, Europe...Bares, muchos, incluso uno de hielo, el ICE ABSOLUT (integrado en un céntrico hotel).

¿Para comer? el reno y el alce hay que probarlo. También los ahumados de salmón y otros peces. El eneldo es un aderezo básico, como el ajo en España. Lo imprescindible, las albondigas, hasta compiten a ver quien las hace mejor entre bares y entre familias. Si les gusta mucho el tema del papeo no dejen de ir al mercado central, al saluhall, para ver los productos nacionales suecos. En el mercado hay puestos para probar sus exquisiteces.





La ciudad cuenta con museos, iglesias, callejas preciosas y una historia prolija... incluso más allá de los vikingos. Nosotros nos fuimos a las afueras, a ver el gran cementerio. Lo hicimos porque además de mostrarnos una de sus formas de actuar frente a la muerte, muy parecida a la de los americanos, en grandes espacios verdes para sus campos santo... porque en este, de nombre impronunciable (Skogkyrkogarden), está Greta Garbo, un icono del cine y de los suecos. Por supuesto que son muchos los admiradores de todo el mundo que visitan esta tumba por su glammur.

Otro tópico: el coste de la vida si es muy alto y no tienen euro (korona sueca).
Pero repito: por mucho frío que haga, merece muy mucho la pena conocer esta ciudad, limpia, ordenada, tranquila, moderna... tan europea, como distinta a la nuestra.

1 comentario:

  1. Viajar es uno de mis mayores placeres, lástima la falta de tiempo y de dinero.

    Felicidades, por el blog!

    Buena Caza!!!

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